Hace sólo unos días que estuve compartiendo un fin de semana, con esa gran familia que es Fundación Escuela de Solidaridad.
La verdad es que fui sin saber que podía encontrarme. Me dejé aconsejar por una buena amiga y con esa confianza, me dejé llevar hasta el aeropuerto de Girona (un gran acierto para los que vivimos en el noreste de la península) y embarqué rumbo a Granada.
Un vuelo económico, rápido y muy ameno, porque no dejas de escuchar la cantinela voz de la azafata de turno, que te vende de todo y a buen precio. Una forma de conseguir más ingresos, sin subir las tarifas establecidas y que por pocos euros, te llevan a ese “paraíso escondido”, a ese “trozo de cielo”, donde los ángeles se encarnan en humanos de todas las edades, que muestran con humildad su destino. Ese destino que nos hace iguales en el espíritu y distintos, en la lucha diaria por volver a nuestras raíces eternas de Amor y de Paz.
Porque eso es la que encontré en ese pequeño paraíso: mucho AMOR y mucha PAZ. No voy a negar que el sufrimiento esté y tiene su razón de ser si con él volvemos a nuestra esencia divina, como nos enseñan los Maestros y Avatares, que han pisado nuestro planeta desde milenios. Todos ellos han dejado su saber en cada uno de nosotros, de los seres humanos a los que Fundación Escuela de Solidaridad abre sus puertas.
Una experiencia inolvidable: sentirse acogido y amado, hacer amistad y poder contar y escuchar otras vivencias,...
Una gran familia que deja espacio para la reflexión y para el diálogo, para la intimidad y para vivir juntos el día a día.
El día que aquí no tiene veinticuatro horas, porque el tiempo parece pararse en este lugar tan especial.
Gracias por permitirnos estar. Gracias por existir.
Os recuerdo y os quiero. Y volveré. Merxe
No hay comentarios:
Publicar un comentario