Monsef es un tranquilo y sonriente joven marroquí que a sus
18 años tiene un gran interés en aprender idiomas practicando con los turistas
para un día poder dedicarse a ser guía o poderse ganar la vida en algún
comercio de Chauen, su pueblo natal.
Un día conoció a Sergio, asiduo visitante de esta zona, al
que se le ofreció para enseñarles los rincones más desconocidos de Chauen,
estos un poco hartos de estratagemas de los marroquís para engañar a los
turistas y conseguir unos dirham fáciles, aceptaron su guía con ciertas
reticencias.
Al final del fin de semana les había encantado la cálida
forma de tratarles de Monsef, a cambio decidieron recompensarle con algún
dinero, y cual fue su sorpresa cuando Monsef se negó rotundamente a aceptar
ningún pago, pues fiel a su ética, el solo quería practicar el idioma y hacer
amigos.
Esto sorprendió gratamente Sergio y sus amigos y fraguó el
comienzo de una buena relación, que viaje tras viaje se van consolidando, en
una sólida amistad.
En el viaje pasado, Sergio llevó una bicicleta usada a Monsef
de regalo, ya que sabía de su necesidad de poder moverse por los alrededores de
su pueblo y visitar amigos y familiares, pues sus padres no pueden comprarle
una, ya que le padre solo tiene trabajos esporádicos y la madre cuida a su
madre anciana y sus tres hijos: Monsef, Ayman de 8 años y la pequeña Doaa, de
seis.
Los dos hermanos pequeños quedaron prendados de la bicicleta
regalada a su hermano mayor y Sergio pensó en buscar y llevar dos bicis
pequeñas en el siguiente viaje.
En el puente de todos los santos, viajamos de nuevo a
Chauen, a visitar a Monsef, ver si se le puede ayudar en unos problemas
familiares que tiene ahora e intentar arreglar los papeles para que pueda venir
a España de vacaciones, que conozca su país vecino y termine de soltarse con el
idioma.
Pensando en la forma de conseguir unas bicicletas pequeñas,
me acordé de mi siempre dispuesto amigo Ignacio, que como era de esperar, no
tardó ni un segundo en ponerse manos a la obra para buscar dos bicis para esos
niños que viven lejanos en la distancia pero cada vez más cercanos en el
corazón.
Y a los pocos días nos encontramos viendo las caras de
estupefacción de los dos pequeños al ver las "pedasso" de flamantes
bicis que les habían conseguido en la Fundación Escuela de Solidaridad y que,
seguro les van a dar tantas alegrías a partir de hoy...
Creemos y esperamos que será el comienzo de una bonita
historia con sus protagonistas: Monsef, Ayman, Doaa, dos bicicletas California,
unos amigos de España y una Fundación que lleva la solidaridad a su máxima
expresión.
Continuará...
Ramiro.
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